NIETZSCHE O EL INCOMPRENDIDO


“El destino del genio es ser un incomprendido;
Pero no todo incomprendido es un genio “
Ralph Waldo Emerson[1]


No debe sorprendernos, que los escritos de Nietzsche no vieran la luz sino hasta años después de su muerte, y mucho menos debe sorprendernos el que no se le hubiese tomado enserio durante gran parte de la historia. Es normal que se le hubiese tildado de poeta, sin que esto tenga nada de malo, pero se lo hacía de manera despectiva como queriendo desviar la atención de sus palabras a minucias, a estilos, a todas esas capas de envuelven a las ideas, que al final son lo más importante que tienen los filósofos. Pero, no debemos sorprendernos porque Nietzsche fue, es y probablemente será un incomprendido, incluso por los que más lo han  estudiado, será siempre incomprendido porque no se puede comprender  a los que abarcan la vida; no tocan este o aquel tema sino todo el sistema que nos encierra, tal como lo hacen los poetas cuando escriben sus obras,  tocando desde las teclas del pianista hasta las cuerdas del cirquero, trabajan en más vidas que las de ellos y saben de más experiencias que las que han vivido. ¿Cómo comprender esto? – Os aconsejo que no hagáis demasiado esfuerzo - dejemos tranquilo a Nietzsche, él era un genio.

Pero si podemos hablar largamente de sus palabras, de toda su herencia, de cómo ha encauzado - sin que nos demos por enterados - nuestra historia. Según Harold Bloom Shakespeare “invento lo humano”[2] y esto, aunque sigamos sin entenderlo en su total dimensión, lo aceptamos por su gama de personajes. Así mismo, de Nietzsche podríamos decir: “desentrañó al humano”, le sacó todo lo que tenía adentro, todos los sentimientos que la mayoría de veces no son capaces de explicar los hombres; él los pone en una larga mesa con bandejas de plata, para que el lector entre y escoja, y, todo ello lo hizo desde su propio estudio, desde su propia vida como laboratorio o sujeto de pruebas, lo cual merece un grado de admiración especial, ya que, si la mayoría de los hombres no son capaces de mirarse, mucho menos de sacar sus interiores al libre escarnio.

Dentro de los muchos hombres que desentrañó, lo hizo con el artista, aquel genio sin par que crea los mayores logros de la humanidad, logros aquellos, que continúan con la historia, que no se diluyen con el cambio de paradigmas,  que se mantienen por siglos; aquellos que nos llevan incluso a separarnos de nosotros mismos, de nuestras creencias más arraigadas. Parafraseando a Nietzsche, es necesario separarse de la metafísica, pero, esto sucede hasta que escuchamos la novena sinfonía de Beethoven, “Parece extenderse mucho más arriba de la tierra, remontarse hasta una cúpula de estrellas, con el ensueño de la inmortalidad en el corazón: todas las estrellas parece que centellean alrededor de esa sinfonía y que la tierra se hunde [3].

Pero, ¿cómo llegan los genios a conmover tan profundamente el alma de los hombres? veremos pues, que lo hacen por su mirada. Así es, a todo creador, o por lo menos a  todo aquel que intente rozar el arte buscando sus primeras creaciones lo invaden las - por así llamarlas - inspiraciones, todas ellas buenas, mediocres y malas. Pero es la mirada del genio, el juicio del artista, el que decide en últimas que es lo que realmente debe componer la obra.

No debemos pensar que esta mirada es fruto de alguna divinidad por doble motivo: el primero, para no conseguir que los artistas pierdan su rumbo, embelesados en su propia divinidad, sumidos en su orgullo; diría nuestro incomprendido alemán: “Por lo mismo que dejan de criticarse a sí mismos acaban por caer una a una las plumas de su plumaje[4]. El segundo motivo lo encontramos en que se puede pensar que no existe esfuerzo o dedicación detrás del entrenamiento de este carácter estético del artista, detrás de este perfeccionamiento tan difícil de alcanzar. Los artistas pasan mucho tiempo estudiando su propia obra, su propia producción hasta lograr sintetizarla en las obras de arte  a las que el público tiene acceso. Pero no son miradas fugaces ni decisiones simples las que debe tomar un pintor acerca de los componentes de su cuadro, tampoco es sencillo para un escritor dejar sus novelas incompletas reposando para cuando los momentos creativos sean verdaderamente productivos; aunque existen obras sintetizadas a nuestro pesar y al pesar de la humanidad, por obligación o petición de los patrocinadores, padrinos, mecenas impulsadores del arte. Es el caso, por ejemplo, de la sinfonía de Beethoven en si mayor, la cual le obligaron a escribir solo para piano, perdiendo así una gran composición rodeada de instrumentos y sensaciones transmisibles solo a través de esa primera mirada del artista quien debió reducirla. Nos dice Nietzsche que es allí donde los nuevos artistas deben intervenir, tomar y remirar esas obras en la búsqueda de sus nuevos agregados perdidos en el pasado, deben  re-nutrirla de composiciones que se perdieron, deben rellenarlas de todo lo que los nuevos parámetros pueden aportar a la obra.

Hablamos sobre la perfección en la visión del artista, y lo intentamos hacer sin arrogancia; pero son estas creaciones las únicas perfectas. Podríamos, como no, comparar el proceso creativo de un artista con el de un inventor, es más, con el de cualquier técnica, que toma sus conocimientos y su práctica para llevar a buen término un producto que en la mayoría de las veces nos complace y en la mayoría de las ocasiones además nos es útil; pero ¿qué tiene el arte que en muchas conversaciones es tildado de inútil para competir con dichas creaciones, con dichas invenciones? y, ¿por qué los verdaderos genios son los artistas, y no los demás creadores? esto sucede porque el arte no tiene retoque. Cuando miramos una máquina, se puede pensar que podría hacerse mejor o que incluso tiene defectos, se pueden analizar mejoras y cambios ya que tiene que cumplir con sus funciones, mas, la obra de arte deberá permanecer así por la eternidad, expuesta para ser apreciada por espectadores de diferentes siglos y culturas, con diferentes paradigmas y concepciones de la vida, de la humanidad; concepciones que van cambiando a través del tiempo. Conseguir una obra de este grado, solo lo puede conseguir un genio.

Lo que sucede con los poetas, con los artistas en general, dirían muchos autores - entre ellos  Freud y Nietzsche - es que viven jugando en el humano demasiado humano.  Se Argumenta  que viven los artistas como los poetas griegos, aquellos que para superar ese mundo cruel de la Grecia seria y estructurada, de la Grecia que tenía la verdad como gran tesoro. Los poetas mentían, o mejor encubrían esa verdad, la misma que los filósofos tanto deseaban develar. Y,  ¿para qué? para ir a la ilusión, ilusión aquella que diría Nietzsche: “por el arte hasta la misma miseria podría convertirse en gozo”[5]. El problema fue quizás, que los griegos amaron tanto aquel arte, que terminaron viviendo en un mundo de fabulas y creaciones artísticas, que los rodeaban a diario y los hacían sentirse libres pero logrando con ello que no se hicieran cargo, ni de sus propias mentiras “como todo pueblo de poetas”[6] y los pueblos vecinos ya no los tomaron en serio.

Entonces debemos evaluar la relación que tienen los artistas con las obras de arte, para no recaer en los problemas que tuvieron los griegos. Las creaciones artísticas debemos entenderlas sobre todo como un conjunto, ya que la sensibilidad experimentada por el espectador  también hace parte de la creación; de esta manera - sobre todo a los escritores - deben darle su espacio como parte de la obra; es decir, no decirlo todo, dejar las puertas entre abiertas para que el espectador vea desde afuera, revise y se envuelva en los mismos problemas y tramas que el artista.

De esta manera los escritores, logran crear un vínculo con sus lectores y los hacen recorrer las líneas en busca de develar los mismos secretos que el escritor ya descubrió, pero que no los cuenta de inmediato sino que acompaña y a la vez es acompañado por cada uno de los que lee. Esto hace que difieran mucho los tipos de escritores, los que muestran todo con una claridad deseada pero aburridora y los que muestran todo a través de un arduo trabajo en las sombras y la oscuridad que lleva al lector a través de una aventura.

Nos diría Friedrich: “La mayor parte de los pensadores escriben mal, porque no nos comunican solamente sus pensamientos, sino también la razón de sus pensamientos.[7] Estos escritores olvidan a menudo otro gran aporte de Nietzsche: “las paradojas de que el lector se sorprende no están a menudo en el libro, sino en la cabeza del que lee”[8]. Aun así, este tipo de escritores son necesarios, ya que nos muestran las etapas por las que pasamos, representan la edades que atraviesa el escritor, y las cuales no debemos entender como simples tránsitos, sino que además son parte del proceso por el cual el escritor y en general el artista se nutre, de sus propias experiencias, son caminos que se deben recorrer a tempranas edades, para que al llegar a la madurez, se experimente la satisfacción de la composición tranquila, sin las impurezas de la juventud, pero conservando el ímpetu del niño, el ímpetu del juego.

Ahora bien, esa es la relación que tienen los artistas con obras de arte, pero la relación que tienen los espectadores con las obras debe ser aclarada también. En este caso, los espectadores deben acercarse a la obra como personas desconocidas; es decir, sin intentar realizar análisis psicológicos a los artistas. Decir que esto lo hizo por aquello, es divagar y se convierte en un devenir interminable de presunciones y especulaciones. La otra manera de acercarse a las obras es separar totalmente al artista lo cual también es una percepción negativa, ya que el artista es parte de la obra, las dos maneras son autodestructivas. En realidad la mejor forma de acercarnos sería la que nos propone Nietzsche: “La conversación con un amigo sólo producirá buenos frutos de conocimiento cuando el uno y el otro acaben por no pensar más que en la cosa misma y olviden que son amigos.[9]

El entendimiento de las obras no siempre se da de la manera que se espera y por ello es necesario esperar hasta que otra generación de espectadores aparezca. Se cree, por ejemplo, que la Eris de Hesíodo fue una obra excelente, creada para que lo fuese a sus propios ojos y fue reinante durante mucho tiempo, tanto así que Esquilo y Eurípides permanecieron en las sombras hasta que hubiese jueces que pudieran juzgar también su obra, como hubo quienes juzgaran a Hesíodo. Esto se lo debemos a los griegos y a su forma de hacer arte, en la cual la primera ambición era la propia, y luego las obras continuaban su paso abriéndose camino, buscando aprobación extraña.

Los artistas  pasarán, morirán, se extinguirán incluso, pero, al igual que las antiguas civilizaciones griegas, son los últimos sobrevivientes los que más disfrutarán de su cultura, los que más saborearán sus néctares siempre con el recuerdo de que: “el sol se ha ocultado ya, pero todavía ilumina e inflama el cielo de nuestra vida, aunque no lo divisemos.”[10]

Es acaso parte de ese sol que nos sigue alumbrando nuestro querido incomprendido, comenzamos diciendo que Nietzsche tuvo que pasar por todas las incomprensiones propias de los artistas, pero después de leerlo solo un poco, nos podemos dar cuenta de que es uno de ellos: su talento para escribir y su preocupación por que sus textos llegasen al lector, fuesen receptivos, logrando envolverlo en la aventura que mencionamos  guiaban los escritores, son solo algunas de las muestras de su fino arte, tal vez,  aún no hay jueces para la obra de Nietzsche y deberá esperar como Esquilo y Eurípides. Es más, tal vez nunca comprendamos a Nietzsche pero ello no amerita la lucha sin sentido que se ha emprendido peleando por darle el título de filósofo, de académico, de sabio, a nuestro alemán y con ello lo que realmente estamos logrando es quitarle sus verdaderos calificativos, los de artista, genio, - y como no - incomprendido.


Trabajos citados

Bloom, H. (s.f.). shakespeare la invencion de lo humano.
Nietzsche, F. (s.f.). humano demasiado humano.
Pons, P. P. (s.f.). los guiños del destino.

Elizabeth

era, la orgullosa y prejuiciosa
era, la hermana de Nietzsche
era, la primera vampira
era, la primera pirata 

era, un lunar suicida 
era, un rostro taciturno

era, las piernas capturadas... en fotos
era, la curvatura femenina... que las mujeres aman

lo mas importante no es que era
lo mas importante es que fue